En la historia de la parapsicología internacional nunca antes, ni después, se ha producido un caso similar. Nina Kulagina fue investigada durante 30 años por muchos científicos de su época. Cuando fue acusada de fraude por los pseudo-escépticos, los denunció y fue a juicio. El Tribunal, por primera vez en la historia, dictaminó que sus facultades eran genuinas. EOC ha tenido acceso a testimonios y documentos inéditos. Y durante meses ha trabajado intensamente con las fuentes originales en ruso. El fruto de ese esfuerzo es este extenso informe.
Reproduccion experimento KulaginaMis compañeros del Centro de Investigaciones Psicobiofísicas de Vigo encienden la cámara de video y me rodean completamente. Previamente han examinado la mesa, la silla, y los elementos que vamos a utilizar en la prueba. Sobre la mesa una urna de cristal. En su interior han depositado varios objetos de distintos materiales, no necesariamente conductores: unos cigarrillos, unos clips, unas cerillas, unas servilletas de papel… Después cierran la tapa de la urna de cristal y la precintan con un candado. Imposible que yo pueda tocar ninguno de aquellos objetos. Comienza el experimento.
Sitúo mis manos a ambos lados de la urna de cristal, manteniéndolas a un par de centímetros de la misma. Aprieto los dientes y adopto un rictus circunspecto, concentrado en la intención de mover aquellos objetos con mi energía psíquica, como si en ello me fuese la vida.
No es una técnica sencilla. Se requiere cierta práctica y pericia. Hay que moverse despacio y con suma precaución si no queremos que el efecto fracase. Cualquier mentalista sabe a lo que me refiero… Fuerzo la intensidad de mi concentración, e incluso consigo que una gota de sudor resbale por mi mejilla concentrando la tensión muscular en todo mi cuerpo. Mis brazos, y por extensión mis manos, empiezan a vibrar por el esfuerzo, y por fin se aprecia un primer movimiento en uno de los clips… Después un cigarrillo comienza a girar levemente dentro de la urna de cristal. Mis compañeros se miran entre si perplejos e incrédulos. El cámara cierra el plano sobre el interior de la urna de cristal, absolutamente precintada. Y su entusiasmo estalla en un aplauso cuando una de las cerillas de madera comienza a elevarse de la mesa por uno de sus extremos, cuasi-levitando… Más tarde reproduzco la levitación de otros pequeños objetos entre mis manos, ya sin el blindaje de una urna de cristal. De esta forma es más sencillo realizar el efecto de la levitación…
No. No poseo ninguna capacidad paranormal. Aquel experimento en el laboratorio del Centro de Investigaciones Psicobiofísicas de Vigo tenía por objeto reproducir, con técnicas de prestidigitación, más concretamente de mentalismo, las filmaciones más extraordinarias de la historia de la parapsicología mundial. Las pruebas de laboratorio que varias docenas de físicos, químicos, psiquiatras y neurólogos realizaron, durante años, con la presunta psíquica más sorprendente de la historia de la parapsicología mundial: Nina Kulagina.
A pesar de que mis técnicas pudieron imitar, e incluso superar, los videos de la Academia de Ciencias soviética, en los que Kulagina aparentemente movía e incluso podía levitar pequeños objetos sin contacto físico, tengo mis dudas sobre el fraude. Yo utilicé un sistema combinado de imanes y reel (un gadget utilizado por magos de todo el mundo, fabricado con hilos muy finos y resistentes, casi invisibles). Después de la información, documentos y testimonios directos e inéditos que he recopilado durante los últimos años en torno al caso Kulagina, dudo seriamente que ella hiciese lo mismo…
Una heroína de la II Guerra Mundial
Ninel Sergeyevna Mikhailova (su apellido de soltera), nació en Leningrado (hoy San Petesburgo) el 30 de julio de 1926. En Junio de 1941, cuando los nazis iniciaron la ofensiva contra la URSS y Leningrado fue sitiado, la pequeña Nina apenas tenía 15 años. Sin embargo, y como muchos adolescentes de su generación, se alistó en el ejército, junto con su hermana, hermano y padre, para luchar contra los alemanes, convirtiéndose en operador de radio en un regimiento de tanques. Era evidente que aquella corpulenta joven soviética no se asustaba con facilidad ante las adversidades.
Durante los 900 días del feroz sitio a Leningrado, la joven Nina maduró a marchas forzadas, mientras servía en una división de carros de combate, escuadrón de blindados nº 71, especialmente en los legendarios T-34, considerados el mejor tanque de la II Guerra Mundial. Allí se hizo mujer, pero también sufrió el hambre, los bombardeos, los cortes eléctricos y el gélido frío del invierno ruso, de hasta 40 grados bajo cero. Y a pesar de la coraza blindada de los históricos T-34, y como muchos compañeros de su unidad, terminó sintiendo en sus propias carnes el efecto de la metralla. En enero de 1944 fue gravemente herida por la artillería nazi, e ingresada de urgencia, pero también se hizo merecedora de una medalla al valor, y de un ascenso a sargento del ejército rojo.
Después de la II Guerra Mundial Nina Mikhailova se casó con un ingeniero naval del Báltico, y miembro del comité local del Partido Comunista, Viktor Vasilievich Kulagin, adoptando su apellido de casada. Pronto fue madre. Tuvo tres hijos. Kulagina1
En 1963 aquella ama de casa y madre de familia, condecorada por su valor en combate durante la guerra, es víctima de una crisis nerviosa, e ingresada en el Hospital de Leningrado. Durante su estancia en el hospital, mataba el tiempo cosiendo, y a decir de sus biógrafos, en ese momento es cuando sus supuestas capacidades extrasensoriales se hacen públicas. Según “El efecto K”, el libro que Viktor Kulagin publicaría años más tarde, las enfermeras del hospital se percataron de que aquella paciente era capaz de localizar las madejas de hilo del color que necesitaba, rebuscando en el cesto costura con la mano pero sin necesidad de mirarlo. Y entre los empleados del hospital comenzó a comentarse el rumor, de que aquella paciente tenía una habilidad especial.
Al principio fue un cotilleo anecdótico, sin mayor trascendencia. Pero en aquellos días el Dr. Leonid Leonidovich Vasiliev, Jefe del Departamento de Fisiología del Instituto Bekhterev del Cerebro y profesor de fisiología en la Universidad de Leningrado desde 1943, era uno de los primeros académicos soviéticos que investigaba el fenómeno de la Percepción Dermoóptica (DOP), presunta capacidad extrasensorial de percibir información, colores o formas a través de la sensibilidad de la epidérmica. Y alguien le habló al prestigioso fisiólogo de aquella paciente del hospital, que parecía tener una sensibilidad anómala en la piel de sus dedos.
VasilievVasiliev fue el primer científico soviético que pudo testar las supuestas capacidades paranormales de Kulagina, y probablemente esto fue un factor decisivo para que el caso no fuese sepultado en el olvido por la férrea censura atea comunista, poco dada a creer en milagros. Leonid Vasiliev no era un científico cualquiera. Contemporáneo de J.B. Rhine, Vasiliev intentó reproducir en la Universidad de Leningrado el laboratorio de parapsicología de Rhine en la Universidad de Duke, replicando los experimentos del psicólogo Pierre Janet. Autor de numerosos libros sobre parapsicología, muchos de los cuales están traducidos al inglés o al español, y a pesar de que llevaba muchos años investigando los fenómenos PSI, dijo de Kulagina: “Durante mis 30 años de investigación paranormal, jamás he visto nada parecido”.
Lo que comenzó como una investigación rutinaria en torno a la percepción dermoóptica derivó en algo mucho más complejo. Durante sus primeras entrevistas, en casa del matrimonio Kulagin, Nina y Viktor describieron las sorprendentes capacidades psicokinéticas que la esposa aseguraba manifestar desde su juventud. Nina creía haber heredado de su madre aquella capacidad psíquica, que se expresaba, especialmente, cuando era víctima de algún brote de ira. “Cuando se enfada, las cosas se mueven o se rompen solas”, aseguraba su esposo. Con el tiempo, siempre según su biógrafo y marido, Nina había aprendido a controlar aquella capacidad, y por si el prestigioso fisiólogo no le creía, le mostró unas antiguas películas de video casero, filmadas por el mismo Viktor Kulagin, donde podemos ver a una jovencísima Nina colocando sobre una silla una urna de cristal, en el interior de la cual depositaba pequeños objetos. Objetos que, tras unos minutos de intensa concentración, aparentemente podía over sin ningún contacto físico. El hijo de alguien vinculado al caso tuvo la amabilidad de facilitar a EOC una copia de esas películas, de pobre calidad pero sorprendentes.
Según relata en sus informes, el Dr. Vasiliev pudo reproducir en condiciones de control lo que se veía en aquellas primeras filmaciones caseras. Pero esta vez en el laboratorio de la Universidad de Leningrado, y cuando se convenció de que no existía fraude, o al menos él no pudo identificarlo, se atrevió a jugarse su credibilidad y prestigio académico, dando a conocer el caso. En enero de 1964, durante la celebración de un congreso de médicos y científico en Leningrado, Nina Kulagina fue presentada a la comunidad académica.
Vasiliev murió en 1966, y su colega el Dr. Zdenek Rejdak, psicólogo del Instituto Militar de Praga, tomó el relevo. Ojo a este nombre. Rejdak fue el autor del término “psicotrónica”, para referirse a la parapsicología en el ambiente académico soviético durante la guerra fría, y al intento de utilizar supuestos dotados con fines militares. Y sin duda una influencia decisiva en la trayectoria de Nina Kulagina a partir de entonces.
Desde su presentación en aquel congreso de enero de 1964, y hasta su muerte en abril de 1990 Nina Kulagina se convirtió en un conejillo de indias para los investigadores soviéticos primero, y llegados de todo el mundo después. Sus presuntas capacidades fueron testadas en más de 25 laboratorios diferentes: desde la Universidad de Leningrado o la de Moscú, hasta el Instituto Psiquiátrico VM Bekhterev o al Intituto Polenov ALAMS, pasando por el Instituto de Radio, Ingeniería y Electrónica, la Academia de Ciencias de la URSS, etc.
Fue sometida a experimentos típicamente soviéticos: hipnosis, cámara Kirlian, psicotrónica, psicoterapia motivacional, etc, que quizás podríamos acoger con especial escepticismo en la Europa capitalista. Pero también a todo tipo de pruebas, neurológicas, físicas, químicas, electromagnéticas, médicas… ¿Los engañó a todos?
PK: el poder de la mente sobre la materia
A pesar del entusiasmo inicial que mostraban los científicos amantes de aquella nueva “ciencia” llamada psicotrónica, el comité local del Partido Comunista no veía con buenos ojos los crecientes rumores sobre la camarada con poderes sobrenaturales para hacer milagros. Lo sobrenatural y el marxismo no suelen combinar bien. A pesar de que Victor Kulagin era miembro del comité de distrito del Partido, sus camaradas recibieron el caso con burlas, chanza y escepticismo. Alguien sugirió que sin duda Nina estaba burlándose de todos, utilizando hilos invisibles, o pequeños imanes escondidos en la ropa, o tal vez aún tuviese en su cuerpo algún trozo de metralla magnético, como recuerdo del frente… Y aquel rumor, que veinte años después recuperarían los pseudo-escépticos occidentales, obligó a los investigadores a ponerse más duros en los controles.
Antes de aquellos experimentos tanto las ropas de Kulagina, como la mesa y la silla de los experimentos, eran recorridas por los investigadores, con una brújula, para intentar detectar imanes escondidos. El cuerpo de la psíquica fue radiografiado con rayos X para eliminar la posibilidad de restos de metralla alojados en su cuerpo, y en muchos de las pruebas de telekinesis se utilizaron objetos de vidrio, cerámica, oro, plástico, etc, en teoría no susceptibles de ser afectados por elec-troimanes o campos magnéticos fraudulento.
El Dr. Genady Sergeyev, neurofisiólogo que prestaba servicios en el Instituto Militar Ukhtomskii de Leningrado fue uno de los primeros en unirse a los investigadores del caso Kulagina. Y así recordaba su primer encuentro con la controvertida psíquica: “Visité a la familia Kulagina en la noche del 26 de febrero de 1968. El Sr. Blazek, un editor amigo estaba conmigo, también me acompañaba un médico, el Dr. J.S. Zverev. Su marido, un ingeniero, también estuvo presente. El Dr. Zverev sometió a la Sra. Kulagina a un muy minucioso examen físico. Pruebas con instrumentos especiales no mostraron ninguna indicación de imanes ocultos o cualquier otro objeto… Revisamos la mesa a fondo y también pedimos a la Sra. Kulagina cambiar de posición en la mesa con frecuencia. Pasamos una brújula alrededor de su cuerpo y la silla y mesa, con resultados negativos. La invité a lavarse las manos… Después de la concentración, la aguja de la brújula se giró más de diez veces y, a continuación, toda la brújula, y una caja de fósforos… Yo puse un cigarrillo delante de ella, que se movió también…” Entre cada serie de pruebas, fue de nuevo examinada físicamente por el médico.
Los experimentos de Sergeyev fueron reproducidos en el Instituto de Mecánica de Precisión y Óptica de Leningrado, teóricamente en condiciones de control. Y lo que ocurrió entre aquellas paredes, durante los últimos años 60 es sencillamente increíble. Según los informes científicos, a los que EOC ha tenido acceso, Kulagina no solo podía mover sin contacto objetos que eran seleccionados por los investigadores, sino que también poseía toda una variedad sorprendente de capacidades psíquicas. Los informes hablan de experimentos de telepatía, clarividencia, psicofotografía, dermo-optica, fitometarquia y parazoogesis (o pararquia), pirogénesis, etc. Esos informes y testimonios, y las filmaciones en video que existen de muchos de esos experimentos, pretenden que Nina Kulagina llegaba a alterar la trayectoria de un rayo laser, a provocar quemaduras con el contacto de sus manos, o a separar, en un recipiente de laboratorio, la yema de la clara de un huevo en una solución salina, a dos metros de distancia… Increíble. image
Pero aquellas espectaculares exhibiciones implicaban un precio. Según los informes médicos –las constantes de la sujeto estaban controladas en todo momento- durante las intensas sesiones de experimentación, el pulso de Kulagina llegó a alcanzar las 240 pulsaciones. Pesada antes y después de cada experimenteo, lo habitual era que perdiese entre 500 y 700 gramos por jornada (V. Zakharchenko), pero algunas fuentes aseguran que llegó a perder hasta 2 kilos en una sola sesión. Según los controles electroencefalográficos, el estado emocional de Kulagina experimentaba alteraciones muy fuertes, y también se detectaban niveles muy altos de azúcar en sangre. En varias ocasiones Kulagina se quejaba de fuertes dolores en la columna vertebral, pérdida de visión, etc. Su sistema endocrino se vio alterado, y desde entonces sufrió con frecuencia dolores en brazos y piernas, falta de coordinación y vértigos.
Su salud se resentía a causa de la insistencia de los investigadores por ir cada día un poco más allá. Pero es comprensible. Quienes hemos tenido la oportunidad de conocer personalmente a supuestos psíquicos como Uri Geller, Monica Nieto, Luiz Antonio Gasparetto, etc, comprendemos que nunca antes, y nunca después, un grupo de científicos interesados en lo paranormal, tuvo la oportunidad de experimentar tanto tiempo, y tan profundamente, con un sujeto capaz, supuestamente, de tan insólitas proezas como Kulagina. El Dr. Y. Terletsky, catedrático de física teórica en la Universidad de Moscú sentenció : “La señora Kulagina posee una forma de energía que no conocemos”.
Ante tales prodigios, y aunque Kulagina nunca buscó protagonismo, sino lo contrario, era evidente que iba a resultar imposible mantener aquella historia en secreto. Las filmaciones de la mujer, moviendo pequeños objetos en el interior de una urna de cristal fueron proyectadas en el I Congreso de Parapsicología de Moscú, y pronto cruzaron el planeta. Un equipo de la TV japonesa viajó a Leningrado para entrevistar a Kulagina y filmar por si mismos sus supuestos poderes. Aquello no hizo mucha gracia al Krenlim, y cuando, a partir de 1970, algunos investigadores occidentales empezaron a expresar su interés por investigar el caso, empezaron los problemas. Sobre todo con los norteamericanos. EEUU y URSS estaban en plena guerra fría, y alguien en el KGB tenía la esperanza de que Kulagina tuviese algo que ofrecer al espionaje soviético. Y los mejor es que, auténtica o fraude, tenía mucho que ofrecer…
Un yanqui en la corte de los milagros
En 1970 algunos investigadores norteamericanos, como Willian A. McGary o el histórico J. G. Pratt, consiguieron superar la desconfianza y la censura del Krenlim y visitar a Kulagina en Leningrado. Por supuesto no recibieron ninguna colaboración de las autoridades rusas, muy desconfiadas con todo lo que llegaba de EEUU, y en el caso de Pratt y Ransom Champe, el encuentro se produjo en su hotel. Kulagina acudió a la cita acompañada del Dr. Genady Sergeyev y Kostantin Ivanenko, matemático e informático, y en compañía de ambos, Pratt y Champe tuvieron la oportunidad de ver, en vivo, lo que habían contemplado en las increíbles filmaciones de laboratorio.
En 1973 fue el célebre cardiólogo norteamericano Dr. Herbert Benson, junto con Manfred Cassirer, quienes consiguieron autorización para realizar algunos experimentos con Kulagina. El KGB sabía que los norteamericanos habían comenzado a gastarse millones de dólares en investigación paranormal, y no autorizaron al eminente Dr. Benson a conocer sus laboratorios, así que Benson y Cassirer se vieron obligados a montar su propio laboratorio en un hotel. Sus protocolos eran muy ambiciosos, intentarían medir la “fuerza psíquica” utilizando un hidrómetro protegido por una pantalla, pero en aquella época Kulagina estaba enferma. Poco después sufriría un ataque al corazón que casi le costó la vida, en teoría originado por la tensión de los experimentos. Aun así se prestó a colaborar y al parecer se obtuvieron algunos resultados, aunque no concluyentes.
Sin embargo el Dr. Benson pudo experimentar en sus propias carnes, nunca mejor dicho, el poder de Kulagina. Los investigadores soviéticos aseguraban que Nina era capaz de proyectar un calor insoportable a través del roce de sus manos, y Herbert Benson quiso probarlo por si mismo. Tras dejar que Kulagina tomase una de sus manos con la suya empezó la prueba… y al respecto escribió: “Después de más o menos un minuto comencé a sentir un profundo dolor físico y necesité apretar los dientes y darme en la cabeza con la mano libre para soportar la continuación de la experiencia. No se ciertamente cuanto tiempo aguanté, pero creo que fueron entre cuatro y cinco minutos, después de los que, involuntariamente, caí en un sofá y Kulagina decidió soltarme por su propia voluntad. Pasaron algunos minutos hasta que pude recuperarme y ver el área quemada. Estaba dolorida al tacto, de un color rojo vivo y ligeramente hinchada. Como si hubiese sido expuesta al fuego. En mi caso la quemadura solo desapareció después de ocho días”.
Un año después el Dr. Jürgen Keil, de origen alemán, consiguió un permiso para visitar a Kulagina. Años después este profesor de la Universidad de Tasmania aun recordaba a sus alumnos la cordialidad, cooperación y amabilidad de Nina Kulagina, que le invitó a cenar en su casa, pudiendo filmar durante la cena varios experimentos de PK. Recientemente un canal de TV alemán intentó convencer al Dr. Keil, a través del ilusionista Simón Pierro, de que lo que había visto en casa de Kulagina eran simples trucos de magia. El Dr. Kiel, sin embargo, no se fue convencido. benson herbert3
Para los investigadores occidentales resultaba frustrante la censura que rodeaba el caso, y las dificultades que las autoridades soviéticas ponían para llegar hasta Kulagina. Y algunas voces escépticas comenzaron a alzarse desde Occidente. Especialmente desde 1976, fecha en que se funda oficialmente el CSICOP y el movimiento de detractores profesionales de lo paranormal. En su opinión la tensión política y la guerra fría entre EEUU y URSS no era razón suficiente para que los escépticos norteamericanos no pudiesen viajar libremente a la URSS y someter a Kulagina a sus propios controles. Aunque lo cierto es que ningún miembro del movimiento pseudo-escéptico intentó nunca investigar a Nina. No pusieron tanto empeño como Pratt, Benson o Kassirer.
Nuevas investigaciones en Moscú
En otoño de 1977 el matrimonio Viktor y Nina Kulagina viajó en dos ocasiones a Moscú para la realización de nuevos experimentos más ambiciosos en el Instituto de Química y Física de la Academia de Ciencias de la URSS.
Desde ese momento, y hasta 1984, Kulagina y su esposo viajarían en numerosas ocasiones a Moscú para la realización de numerosos experimentos por parte de diferentes científicos, en la Escuela Superior de Tecnología, el Instituto de Investigación de Ingeniería de Radio y Tecnología, etc. Todo ello a pesar de que un ataque al corazón, supuestamente relacionado con la tensión física y psicológica que Kulagina sufría durante algunos experimentos, estuvo a punto de costarle la vida en esa época.
Entre los experimentos que se iniciaron ese año, destaca el estudio de la influencia de Kulagina sobre varios grupos de ratones, a los que se había inoculado alguna enfermedad por vía subcutánea. Con diferentes grupos de control, y series de exposición debidamente controladas, Kulagina demostró una vez más, o eso aseveran los informes, que podía influir con su pensamiento en organismos vivos. Un tema especialmente delicado. Los ratones inoculados, y sometidos a la “terapia Kulagina” sobrevivían hasta 10 días más que el grupo de control, que no era tratado por la psíquica. Según algunas fuentes, también se hicieron experimentos con individuos humanos, calibrando la mejoría que Kulagina podía producir en procesos inflamatorios, migrañas, heridas, cortes y algunas enfermedades de órganos internos.
A pesar de todas las tonterías, inexactitudes, y auténticas calumnias que se han publicado sobre el caso, y qnina_kulagina_1960erue actualmente desbordan la red de patrañas, los investigadores acudieron a magos e ilusionistas en varias ocasiones para desechar la posibilidad del fraude. El más relevante de todos ellos, el Gran Hakobyan, uno de los ilusionistas más famosos y queridos de la historia rusa. En 1982 Hakobyan (padre, ya que su hijo también es actualmente un mago famoso), fue invitado por el Dr. Gulayev a participar en algunos de los experimentos más ambiciosos con Kulagina. Se trataba de pruebas consistentes en alterar o dispersar un rayo laser proyectado sobre una pantalla de gas. El célebre ilusionista no supo explicar lo que ocurrió en aquel laboratorio de física.
Tres años más tarde, en 1985, el reformista Mijail Gorbachov es elegido Secretario General del Partido Comunista, y con él llega la Perestroika (Reestructuración) de la política interna y externa de Rusia. Dos años después comienza una nueva serie de experimentos en la ciudad donde todo comenzó: Leningrado. A iniciativa del Dr. L. Wolf, jefe del departamento de Fibras Químicas del Instituto Textil y de la Luz de dicha ciudad, Kulagina vuelve a ser sometida a una batería de experimentos a largo plazo.
“El Caso de la Telekinesis”: Un juicio histórico
Ese año 1987, sin embargo, todas las investigaciones científicas sobre Nina Kulagina fueron paralizadas. El autodenominado Movimiento Escéptico Organizado (MEO) ya había llegado a la URSS amparado en el aperturismo de la Perestroika y en una revista llamada “El hombre y la ley” (número 6 de 1987 ) se publica un artículo muy agresivo acusando a Kulagina de ser un enorme fraude, que durante más de 25 años había conseguido engañar a físicos, químicos, psicólogos, parapsicólogos, ilusionistas, etc. Todos una pandilla de crédulos ignorantes, burlados por una estafadora sin escrúpulos.
Se acusaba, aún lo hacen, a Kulagina de utilizar un pseudónimo artístico (en realidad era su nombre de soltera, utilizado para evitar la publicidad), de esconder pequeños imanes e hilos invisibles en las pruebas de telequinesis, etc. Y Kulagina explotó. Indignada por lo que consideró insultos, después de tantos años de –según ella- haberse prestado dócilmente a todo tipo de experimentos que incluso dañaron su salud, interpuso una denuncia contra la publicación, dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias. A pesar de que ya era abuela de ocho nietos, y como demuestran sus medallas como militar en la II Guerra Mundial, si los nazis no la asustaban, los pseudo-escépticos aún menos.
El llamado “Caso de la Telekinesis” fue un juicio sin precedentes en la historia de la parapsicología. En la legislación británica, y desde 1951, existe una ley, llamada popularmente “Acta de médiums fraudulentos”, que puede penar hasta con dos años de prisión a quienes simulen poderes sobrenaturales con ánimo de lucro. Esa es la razón por la que conocidos médiums británicos prefieren realizar sus actividades profesionales en países como España y Portugal, y no en el Reino Unido, donde mantienen su residencia… Lo normal es que sean los supuestos psíquicos los denunciados por las víctimas de un engaño, y no puedan aportar pruebas a un Tribunal de Justicia de sus poderes. Pero en el “Caso de la Telekinesis” fue la dotada, Ninel Sergeyevna Kulagina, la que interpuso la denuncia contra quien la acusaba de fraude, dispuesta a someter a la Justicia la decisión de si sus capacidades psíquicas eran o no genuinas. Algo nunca antes visto en la historia de la parapsicología.
EOC ha tenido acceso a las actas del “Caso de la Telekinesis”. Su lectura resulta sorprendente, y a la vez desestabilizadora. Resulta muy difícil mantener el escepticismo ante los testimonios de reputados científicos, que ponen en riesgo su credibilidad y prestigio académico para testificar, ante el Tribunal, a favor de Kulagina.
La primera vista, en el Salon de la Corte Popular de Dzerzhinshy, distrito de Moscú, se inició el 14 de diciembre de 1987, presidiendo la corte el Ilmo. T. I. Levchenkova. El abogado de la publicación, B. M. Kalabin, miembro de la Asociación de Abogados de Moscú, tuvo que soportar los testimonios demoledores del Dr. Gulayev, el Dr. Kobzarev, L. E. Kolodny, A. M. Kibrik, etc. El abogado de la demandante, R.V. Platov, un fiscal militar que actuaba por primera vez en un proceso de la administración, defendió con vehemencia el honor de Kulagina.court_platov
Durante todas las sesiones del juicio, los interrogatorios fueron acalorados, y el público asistente en la sala disfrutó de un debate apasionado. Los acusados defendían el artículo publicado en 1987, y otro similar publicado un año antes, aludiendo a libros escritos por detractores de lo paranormal en la URSS que cuestionaban a otros psíquicos como Kulagina. Incluso llegaron a poner en duda su participación en la II Guerra Mundial y sus honrosas condecoraciones, a pesar de haber afirmado contradictoriamente que podía tener en su cuerpo algún trozo de metralla magnético que explicase los movimientos de objetos… También argumentaban que en 1961 Kulagina había sido acusada de abuso de confianza y fraude por parte de algunos vecinos de su comunidad, y de haberse quedado con el dinero de comisiones vecinales. Sin embargo resultó demoledora la confesión de que ni el autor del artículo, ni el editor, habían investigado jamás a la supuesta falsaria que denunciaban. Una constante internacional en la historia del MEO.
Ante eso, los testimonios de los científicos que si habían investigado a Kulagina fueron demoledores. Los de los más audaces, porque la mayoría, como queda patente en las actas del juicio, preferían guardar silencio antes de convertirse en objeto de mofa por defender algo tan aparentemente irracional, como los poderes psíquicos de Kulagina. Pero algunos de los académicos más relevantes, con un curriculum que nadie podría cuestionar, se atrevieron a ofrecer un testimonio irrefutable. Especialmente el del Dr. Kobzarev, un héroe nacional en la URSS y padre del radar ruso. Y también el del Sargento A. M. Kibrik, jefe de estación de radio durante el asedio nazi a Leningrado y superior de Kulagina, que ratificó la historia de su herida en combate y sus merecidos honores militares. court_kobzarev
Finalmente la Corte de Distrito condenó a los demandados a “Satisfacer parcialmente la demanda. Obligar al Editor de “El hombre y la ley”, en el respeto de N. S. Kulagina, a escribir una refutación en el plazo un mes desde la fecha de promulgación de la presente sentencia, por haber causado la insulta de las acusaciones de fraude y charlatanería “.
La revista apeló al Tribunal Municipal de Moscú, y volvió a perder. El 26 de enero de 1988 el Tribunal Municipal confirmaba la sentencia condenatoria de la Corte de Distrito. A ojos de ambos jueces, Nina Kulagina no era la charlatana fraudulenta que pretendían los escépticos. Sin embargo, la satisfacción de ver restituido su honor duró poco. Agotada, enferma y decep-cionada, tras 30 años de ser utilizada como conejo de indias por docenas de científicos, Nina Kulagina fallecía dos años después, en abril de 1990.
El misterio K
En 2011 quien esto escribe tuvo la impagable oportunidad de conocer a un testigo presencial de las capacidades psíquicas de Kulagina. Se trata de un prestigioso artista español, “auto exiliado” en la URSS durante el franquismo, que trabajó durante mucho tiempo en el Krenlim. En su fascinante biografía, publicada en 1975, se relatan los numerosos trabajos artísticos que realizó para el PCUS, desde 1967. Comunista convencido, y alérgico a todo protagonismo, desea mantener el anonimato. Según su testimonio, coincidió en varias ocasiones con Kulagina en Moscú. Me asegura que la relación de Nina con los dirigentes más relevantes del PCUS era más que cercana. Según esta fuente, las capacidades paranormales de Kulagina eran genuinas. Me insiste enérgicamente en que no existía truco, aunque reconoce que es un artista y no un prestidigitador familiarizado con las técnicas de mentalismo. Sin embargo su testimonio nos abre otras vías de análisis.Kulagina3j
Durante años algunos críticos del caso Kulagina sugerían que fueron las sorprendentes filmaciones de sus capacidades las que alentaron los programas de espionaje psíquico en EEUU. Miles de dólares y recursos invertidos en una carrera por obtener los mejores agentes paranormales, y que podrían haberse dedicado a otros programas militares. ¿Fue Kulagina un instrumento del KGB para desinformar a los norteamericanos haciéndoles creer que poseían un arma secreta letal en plena guerra fría? No olvidemos que tras la muerte de Vasiliev, en 1966, fue un psicólogo militar vinculado al KGB, el Dr. Zdenek Rejdak, el primero en ocuparse del caso.
Eso podría explicar, a ojos escépticos, el apoyo de la comunidad científica rusa a este caso, e incluso el dictamen del juicio de 1988. Y la cercanía de Kulagina con importantes dirigentes del gobierno soviético que testimonia mi fuente, podría avalar esa hipótesis. Sin embargo eso implicaría que docenas y docenas de científicos soviéticos, y también norteamericanos, británicos o alemanes, habían sido cómplices de un engaño elaborado por la inteligencia soviética, o incautas víctimas del fraude más longevo e increíble de la historia. Y ambas hipótesis parecen tan extraordinarias e increíbles, como los poderes sobrenaturales de Nina Kulagina.
FUENTE: EOC
VIDEO DE NINA KULAGINA
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